domingo, 6 de octubre de 2013

Restaurante Guerra & Paz

Fachada del Restaurante Guerra & Paz,
en la calle San Lorenzo 7, de Murcia. 
Si un restaurante, no vegetariano, se atreve a invitar a un bloguero vegetariano a la presentación de su local y menú, desde ese momento (al menos para mí) ha ganado puntos. El Restaurante Guerra y Paz convocó a un grupo de blogueros murcianos para dar a conocer su recién estrenado local, situado en la calle San Lorenzo de Murcia.

Conversando con el chef e impulsor del restaurante, Javier
Tornell, antes de pasar al comedor (foto: Roberto Fuentes).
Su chef de cocina e impulsor, Javier Tornell, se atrevió a someterse al escrutinio de un bloguero vegetariano, ofreciendo de su carta alguno de los platos que se adaptan a esta dieta. Por excepcional, considero muy positiva la experiencia de que se atienda la especial forma de comer que algunos tenemos, incluso en el momento de difundir la oferta. Esto ya valía un aprobado por el mero hecho de aceptar el reto, algo que yo no había vivido hasta el momento.

Detalle de la decoración: friso con el nombre del local.
Este nuevo restaurante nace en los locales que ya ocupara El Reloj de Cuco, de efímera trayectoria. Cuenta con una ubicación muy afortunada, en pleno centro de Murcia, en la zona turística y gastronómica de esta capital levantina. Cerca se encuentran dos aparcamientos de pago, que facilitan la odiséica tarea de dejar el vehículo, pero que conlleva su precio. La decoración ha sido trabajada con una mezcla entre ambiente tabernario y decoración moderna minimalista. Pero lo que más destaca es la presencia de los restos de muralla árabe del siglo XII que se encuentran en el salón del sótano. Esa peculiaridad de ofrecer una comida envuelto en murallas milenarias podría y debería ser más explotado.

Vista parcial de la ruinas de la muralla árabe del siglo XII,
que se pueden ver en el comedor del sótano.
Al frente de los fogones se encuentra Javier Tornell, un experimentado cocinero murciano que ha tenido la fortuna de trabajar a las órdenes de los laureados Hermanos Roca y de Martín Berasategui, de quien habla maravillas y al que admira profundamente. Su pasión por la cocción a baja temperatura queda plasmada en la oferta culinaria. Opta por una cocina sencilla, sin renunciar a la correcta y esmerada elaboración del producto ofertado. Es capaz de adaptar platos a la peculiaridad dietética del cliente, sin que esto parezca servirle de molestia o extorsión.

Comedor del sótano, rodeado por los restos de la muralla.
En la sala, dirige la atención a los comensales un experimentado profesional, Manuel Damián Flores, que ha desarrollado su carrera profesional en sitios tan renombrados como el Restaurante Lio Pellegrini de Milán o nuestro Rincón de Pepe, entre otros. Su sobriedad y eficiencia en el servicio son sus atributos más destacables.

Salmorejo de ciruela con pan de anís.
La oferta de carta es amplia e incluye platos aptos para personas vegetarianas, aunque estos no vienen marcados, por lo que se debe recurrir al servicio de sala. Otros platos son adaptables y en cocina se muestran abiertos a realizar dichas adaptaciones. Hay que estar atentos en los postres al uso de gelatina animal en alguno de ellos, por lo que es conveniente hacer esas precisión a la hora de realizar la comanda.
Tosta de gorgonzola y mermelada de frutos rojos
en pan de cristal.
Entre los platos que me ofrecieron en esta presentación destaco los ravioli de verduras con mojo rojo, una mezcla que me sedujo. La suavidad de las verduras cocinadas a baja temperatura y salteadas posteriormente para hacer el relleno, envuelto en masa wontón, contrasta armónicamente con la ligera fortaleza de la salsa canaria.
Ensalada de frutas con vinagreta de miel.
La tosta sobre pan de cristal con queso gorgonzola y mermelada de frutos rojos también es muy digna de mención singular. Este etéreo pan tan crujiente y sutil aporta un soporte esquisto al queso italiano enfrentado a la dulzura ácida de la mermelada de frutos rojos. Con otro tipo de pan sería posible esta tosta, pero con el de cristal se eleva a exquisita.
Ravioli de verduras con mojo rojo.
El resto de platos me gustaron:
  • El salmorejo de ciruelas con pan de anís ofrecía una vuelta nueva con la presencia de una fruta, más allá del tomate, entre los ingredientes y con el toque de ese pan aromatizado (Habitualmente acompañan con boquerón en vinagre, pero a mí me lo ahorraron. Un sustituto notable hubiera sido un espagueti de mar aliñado con los mismos "mimbres" que los boquerones). 
  • La ensalada de frutas aderezada con vinagreta de miel, cumplía con la función de ir más allá de la simple oferta de tomate, lechuga y cebolla. Bien trabajada y armoniosa, sin exagerar en el aliño y con un notable contraste entre las frutas y las hojas verdes (canónigos y rúcula).
  • El huevo cocido a baja temperatura con salteado de setas y habitas quizá un poco "aguado" de más (toda una invitación a mojar pan hasta quedar saciado). Personalmente eché de menos un poco de fuerza en el sabor.
Huevo cocido a baja temperatura con salteado de setas
y habitas.
Para acompañar los platos nos sirvieron:
  • Blanco de Viña Betola de Jumilla: de moscatel y chardonay, con sus uvas cosechadas por la noche para conservar los matices del sabor que la vendimia a pleno sol puede alterar. Suave, casi dulce, con sabor a frutas frescas y un paso en boca muy agradable. Sería apto hasta para tomar con algunos postres.
  • Tinto Roble 2011 Raíz de Guzmán: un Ribera de Duero (Roa) con las características típicas de este tipo de vino, pero una versión ligera y sin demasiado tanino. Buena expresión de los nuevos vinos de esta denominación de origen.
Blanco de Viña Betola y Tinto Roble 2011 de Raíz de Guzmán.
A la parte de los postres hay que dedicarle un poco de atención porque, como ya he dicho antes, pueden tener en su composición gelatinas animales, por ello es recomendable preguntar al servicio de sala por el contenido e ingredientes de los que se vaya a consumir, haciendo mención de la gelatina, expresamente.
Flan de frutos rojos con helado de albahaca.
Los que nos dieron a probar fueron:
  • Flan de frutos rojos con helado de albahaca: del cual me gustó más helado (que lo compran hecho) que el propio flan, que con seguridad contiene gelatina animal.
  • Natillas de galleta y turrón con caramelo balsámico: quizá algo líquidas de más pero con un sabor que traía recuerdos de la típicas papillas infantiles.
  • Tarta de chocolate de tres texturas: servida en vaso de chupito con un potente sabor a chocolate, pero quizá un poco dura, lo que impedía apreciar nítidamente la tres texturas.
Natillas de galleta y turrón con caramelo balsámico.
Resumiendo, un proyecto que acopia conocimiento y trabajo, al cual le deseamos la mayor de las suertes. Tiene mimbres para conseguir sus objetivos. Una relación precio calidad buena (se puede comer a buen nivel con precios entre los 20 y 30 euros), un servicio y atención esmerado sin ser empalagoso, además de un lugar muy afortunado (en pleno centro y con dos aparcamientos cercanos, aunque son de pago y ese precio habrá que sumarlo a la factura).
Tarta de chocolate de tres texturas.
Si el valor que han demostrado al recibir entre los críticos invitados a valorar el nuevo establecimiento y sus servicios lo llevan a otros terrenos les auguro un buen porvenir. ¡Suerte!, que el trabajo ya lo ponéis en el día a día.

Licencia de Creative Commons
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 2.5 España .