Comentario previo:
Estos días estamos teniendo un subidón de temperaturas que nos ha puesto el verano en casa sin llegar al 15 de mayo. Ayer en Murcia marcamos 36º y hay que hacer algo contra eso. Lo primero que uno nota con este calor es que la comida caliente no nos apetece, así que hay que recurrir a cosas fresquitas, pero que nos alimenten bien. Las ensaladas y sopas frías son la mejor alternativa a otros platos más contundentes que con el calor nos apetecen menos.
Ana, en su blog "Cocinando entre olivos", nos presentaba estos días una Ensalada de carpaccio de remolacha con mojama y almendras y de allí tome la idea de hacer algo similar, ya que tengo una remolacha cocida, que ya usé en otra ensalada. En este caso he hecho finas lonchas, ayudándome con la mandolina, para presentarla en carpaccio.
Junto a la remolacha, para contrastar su textura y sabor, he usado algo poco habitual: el nabicol (rabicol, colinabo, colirrábano o, con su nombre culto, Brassica oleracea gongyloides).
Se trata de un vegetal de la familia de las coles o las coliflores, pero del que se come la parte bulbosa del tallo (desconozco si alguien come las hojas, que son algo ásperas). Lo he visto usar, sobre todo, como parte de ensaladas y consumido en crudo. Pero me han comentado que se puede comer cocido o frito, haciendo un uso similar al que se hace de la patata. En su consumo en crudo, es jugoso, crujiente y refrescante, pero con poco sabor (aunque tiene su punto ácido). Ello requiere un aliñado que aporte el sabor que le falta. También lo he cortado en carpaccio, para que su acidez contrastara con el dulzor de la remolacha.
El resto es aliñado y un añadido que proporcione cualidades alimenticias y texturas de contraste.
Ana, en su blog "Cocinando entre olivos", nos presentaba estos días una Ensalada de carpaccio de remolacha con mojama y almendras y de allí tome la idea de hacer algo similar, ya que tengo una remolacha cocida, que ya usé en otra ensalada. En este caso he hecho finas lonchas, ayudándome con la mandolina, para presentarla en carpaccio.
Junto a la remolacha, para contrastar su textura y sabor, he usado algo poco habitual: el nabicol (rabicol, colinabo, colirrábano o, con su nombre culto, Brassica oleracea gongyloides).
Nabicol o colirrábano (foto tomada de Wikipedia). |
El resto es aliñado y un añadido que proporcione cualidades alimenticias y texturas de contraste.
Ingredientes (para 1 ración):
- 50 g. de remolacha cocida.
- 50 g. de nabicol.
- Un puñado de canónigos.
- 3 ó 4 nueces peladas.
- 1 c/c (cucharita de café) de pipas de girasol peladas.
- 1 c/s (cuchara sopera) de queso parmesano rallado.
- Unas gotas de vinagre de Jerez.
- Unas gotas de zumo de limón.
- 1 c/s de AOVE (aceite de oliva virgen extra).
- Flor de sal (o sal maldon).
- Un par de hilos de cebollino, para decorar.
Para la vinagreta:
- 1 c/c de mostaza antigua.
- 1/2 c/c de miel.
- 3 c/c de AOVE.
- Sal.
Pasos:
- Cortar en rodajas muy finitas (mejor si es con una mandolina) la remolacha cocida y el nabicol. Colocarlos en el plato ocupado cada uno de ellos la mitad de su fondo.
- Aliñar todo con sal y AOVE. A la remolacha ponerle unas gotas de vinagre y al nabicol unas gotas de zumo de limón.
- En el centro del plato, sobre lo anterior, colocar un puñado de canónigos y, sobre ellos, espolvorear las pipas de girasol peladas y las nueces peladas y troceadas.
- En un bote pequeño, vacío y limpio poner los ingredientes para la vinagreta (mostaza, miel, AOVE y sal). Cerrar el bote y agitarlo para que quede bien integrada la vinagreta. Verterla sobre el resto de ingredientes que ya tenemos en el plato.
- Terminar la ensalada espolvoreando el parmesano rallado y colocar los hilos de cebollino para decorar.